domingo, 7 de octubre de 2012

QUINTA ESENCIA



“El cuerpo humano es el carruaje; el yo, el hombre que lo conduce; el pensamiento son las riendas, y los sentimientos los caballos." Platòn.



Hoy tengo un sueño recurrente que tiene que ver con los años de secundaria, generalmente en época de exámenes para mi era muy placido retirarme a estudiar en lo apartado del bosque, era una parte muy especial, una especie de meseta, rodeada de árboles de mango, naranjos,  guanábana, aguacates, jinicuiles, chalahuites, plátanos, con una plantación predominante de café en fin la flora era abúndate, a lo lejos un potrero con dos casa separadas por unos trescientos metros de distancia,  más allá un río, cruzando el río el cerro de una altura de casi quinientos metros allí en medio de todo ello se encontraba una piedra plana muy plana como si fuera una mesa, a su lado dispuestos a manera de asientos varias piedras, eso hacia muy cómodo sentarse en torno de ella.
     De esa manera me acomodaba a estudiar en la calma y la quietud que daba ese lugar era especialmente mágico.
Después del cansancio me quedaba quieto con los ojos cerrados, escuchando cada ruido que se producía: el canto de un pájaro, el correr del agua en el cauce del río yendo cuesta abajo presuroso, el viento jugando entre los árboles, algunas veces su juego se convertía en algo rudo  terminaba lastimando una rama de un árbol, lo podía oír deslizarse entre las hojas de los árboles incluso en el tronco de los árboles; sin embargo, lo que más me impresionaba era la calma el silencio total, absoluto, la falta de sonido que produce el silencio y que cuando el alma esta dispuesta es posible escucharlo con su música especial, esa sensación de vacío, de laxitud y a la vez de unidad jamás me ha dejado.
     Los rayos del sol se filtran Por entre el follaje, caen desde lo alto como lanzas es posible mira su cuerpo, su tamaño.
     En este cuadro se puede observar los cuatro elementos de la naturaleza, el agua que corre en el río, la tierra negra y fértil, el aire jugando en el bosque, el fuego en la luz del sol, pero también es posible observar un quinto elemento, el hombre, la carne mi persona, la materia
     Pero todo ello no estaría completo falta algo la quinta esencia, el soplo el  hálito de vida aquello, aquella fuerza, substancia, energía que dio vida a la materia, y la dotó de la capacidad de reunir en si misma a todos los elementos, es fuerza interna que se encuentra más allá de la razón, que tiene conciencia de su origen y que en momentos tan especiales como los descritos acude a su origen.
     Este proceso se extendió, al periodo de la preparatoria, la diferencia era el lugar del bosque que escogía, el tipo de piedra en que descansaba, esta era alta muy grande y ancha, cuando me cansaba me tiraba cuan largo en ella con los brazos en cruz, respirando el aire limpio del bosque, recibiendo los rayos del sol, a mi lado un riachuelo de agua cristalina que bajaba de la montaña, agua que también iba cuesta abajo de manera veloz como si le urgiera regresar a su origen.          

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