viernes, 30 de julio de 2010

EL ESPEJO


Ocho de la mañana, el día esta nublado, frió, lluvioso, una llovizna, ligera, imperceptible, pero moja mucho; además esta fría, como si penetrara la piel y helara los huesos; por lo ligero de la llovizna se confunden agua y neblina, me estremecí de frío, la chamarra de piel no ayudaba mucho, la abotoné como si con eso mi cuerpo ya no sintiera frío, más que otra cosa fue un acto reflejo. La calle esta desolada, a lo lejos apenas alcanzo apercibir dos automóviles que se mueven por el carril contrario. Abrí el portón que da  a la calle y cruce por el espacio que conduce a la puerta que lleva directamente a los despachos, al terminar de subir la escalera se encuentra la puerta del despacho, el cual comparto con un compañero, lo abrí y una ráfaga fría, húmeda me dio de lleno en la cara, me cuestione ¿Como estaría de frió si no se hubiera alfombrado? Prendí la computadora, para checar mis emails.


En lo que esta cargaba todos los archivos, salí hacia el baño, en la mano derecha llevaba el cepillo de dientes con pasta, empujé la puerta, me acerqué al lavabo y abrí la llave, dejé correr el agua por unos segundos y procedí a cepillarme la boca, una vez terminado, cogí la tolla que estaba frente a mí para secarme las manos y fue entonces cuando, al dar la  vuelta, ¡descubrí que el espejo no se encontraba en su lugar¡, ¡no colgaba de la pared¡, sólo se miraba la cabeza del clavo de donde este pendía, era notorio, había un espacio, algo faltaba, pero ¿quién lo quitó?, ¿para que o porque lo quitaron?, ¿el sábado aún estaba en su lugar?, ¿se habrá roto y lo tiraron a la basura?, busqué por el piso esperando encontrar algunos pedazos de vidrios rotos, pero fue en vano mi búsqueda, levanté la tapa del bote de la basura, esperando que allí encontrará algo, tampoco había nada que se pareciera a un espejo roto, que raro, no era el primero que desaparecía.


El sábado me fui casi a las siete de la noche y el espejo estaba en su lugar, ¡lo recuerdo bien ¡pues antes de salir,  fui a peinarme, lo recuerdo perfectamente y bueno hoy soy el primero en llegar, ¿será que alguien vino a trabajar el día de ayer  y por descuido lo rompió y pregunté a la secretaria, y  claro también le pregunté a mi compañero de despacho talvez ellos me pueda decir algunas cosas.

La secretaria llegó puntual a su hora de entrada:
 -Clarita, una pregunta
-Dígame lic.
-Fíjese que no se encuentra en la pared del baño el espejo, ¿Qué acaso se rompió?
-¡No lic, no creo, lo vi todavía el viernes ¡
-¡pues no lo encuentro¡.
-Es curioso Clarita con este son tres espejos que desaparecen.
-Lic. Seguramente es fantasma que se los lleva.
- Jejejeje, ¡Si verdad¡
 

Era cierto, todos los abogados sabíamos que en el edificio circulaba una sombra,  varios de ellos aseguraban que cuando se encontraban solos la oían llegar, sus pasos subían por la escalera y se detenía, en la sala de espera, jamás le oyeron abrir algún despacho, pero no era claro donde se quedaba los abogados miraban esto como algo muy familiar, la hermana de mi compañero, incluso me contó que cuando ella estaba sola en el despacho, escuchaba como le tocaban la puerta, o le daban vuelta a la perilla, ¡como si alguien quisiera entrar¡, incluso se levantaba y salía a preguntarle a Clarita si alguien había tocado la puerta, y siempre obtuvo una negativa.

Cierto día llegue de la calle como a la una y quince minutos, la hermana de mi compañero Rosa se encontraba ordenando los libros:
-¡Hola como estas¡
-¡Bien Lic. y usted que cuenta¡
-¡Vengo acalorado¡
-¿Qué haces?
-Ordenando los libros Lic., pero el, ¡fantasma no me deja¡
-¿Cuál fantasma?
-Lic. antes que usted llegara, aquí donde estoy, voltee la mirada hacia fuera del despacho y logre ver un pantalón negro.
-¡Y que es mujer o hombre ¡
-Lic. para mi es hombre por el pantalón y sus zapatos.

Si hubiera desaparecido un espejo, no causaría extrañeza ¿Pero tres, en un lapso de un mes y medio?.  Alguien se había llevado tres espejos y ninguno de los abogados afirmaba haberlo tomado o que se hubiera roto.
Porque robarse un espejo, cuando se pudieron robar una computadora, los expedientes de los clientes, en fin cualquier otra cosa de valor, ¡pero unos espejos ¡ ¡no eran de oro¡.

Curiosamente, en el mismo lapso en que desaparecieron los espejos, en la calle en la que se encuentra ubicado el despacho se había sucedido el  asesinato de un homosexual.

El día en que desapareció el tercer espejo, en la nota roja del diario, se podía leer:  “fue encontrado muerto homosexual en la Avenida Lázaro Cárdenas”, se desconoce su nombre, persona de aproximadamente veinte años de edad, los hechos ocurrieron en la esquina que forman las avenidas Justino Sarmiento y Lázaro Cárdenas, el occiso presenta huellas de forcejeo, fue degollado, y se cree fue muerto por una arma punzo cortante.

La fotografía de la victima, me era conocida recuerdo que en la mayoría de los abogados existía coincidencia en que más que homosexual era una mujer, su forma de vestir, su maquillaje, su ropa, incluso su cuerpo y sus facciones eran muy femeninas, lo único que lo delataba era su voz.

¡Lo encontraron degollado a una calle del despacho¡ Comencé afanosamente a buscar en internet en las páginas policiacas homicidios de homosexuales, ¡sorpresa¡ ¡los tres asesinatos habían sucedido a unas calles del despacho¡,  en estos se había utilizado una arma punzo cortante.

Ese descubrimiento me dio, temor, ¿Que pasaba? ¿Eran coincidencias? ¿O existía la posibilidad que los espejos que habían desaparecido fueran el arma con las que se le habían quitado la vida a estas personas. O tal vez, sólo tal vez,  el asesino no soporto ver su cara en los espejos; luego entonces, ¡ él  conocía el despacho¡.

Jlara.
Septiembre 26 de 2009