sábado, 28 de mayo de 2011

El silencio


“He buscado en todas partes el sosiego, y no lo he encontrado sino sentado en rincón apartado con un libro en las manos”. Fray Tomas de Kempis.


En este mundo tan caótico, tan ruidoso, el silencio pareciera ser que no tiene espacio, aunque con este ritmo de vida el silencio le viene bien al alma y al espíritu, un momento de silencio es acallar nuestro mundo externo para darle paso al mundo interior, para darle voz a nuestro yo interno.

Hoy en día el ser humano vive de manera agitada, lleva una vida muy convulsa. Pesadas horas en la escuela, el trabajo, las jornadas laborales se extienden a más de ocho horas, es muy común escuchar: “se a que hora entro pero no a que hora salgo”, a esto ay que agregarle el tiempo que se pierde en las redes sociales (no satanizo este medio de comunicación).

 Todo este ritmo de vida lleva al ser humano a perder su equilibrio emocional, derivando de ello encontramos al estrés y la ansiedad,  lo cual obviamente desencadena en otra serie de enfermedades.

Este desequilibrio emocional en mi opinión se debe entre otras cosas a ese ritmo de vida tan agitado que llevamos, llegamos incluso a sentirnos culpables por llegar a casa y no haber terminado el trabajo; muchas dependencias trabajan con cargas de trabajo y resulta que cuando estamos recostados en casa con la cabeza en la almohada comenzamos a pensar en que no terminamos tal o cual cosa o que debimos haberla hecho de manera diferente.

Los cursos de inducción que se dan en las respectivas aéreas de trabajo, llevan consigo una buena carga motivacional para cumplir con nuestras metas; sin embargo, estas se cumplen y siempre hacen falta más de tal suerte que poco a poco, comenzamos a esclavizarnos en el trabajo a quedarnos más tiempo pensando avanzar en abatir la carga laboral, incluso en ocasiones entramos antes de que inicie formalmente nuestra jornada.

De esa manera lenta pero constante, comenzamos a permanecer más tiempo en nuestra área laboral, ahora no basta los días de trabajo, sin que nadie nos lo pida nos comenzamos a quedar primero un sábado, luego otro, así sucesivamente hasta que esta actitud se extiende a los días domingos.

Mientras la vida agitada se reproduce por doquier, el ser humano se pierde en este mundo de caos, no permitimos escuchar al silencio, esa calma que experimenta el alma y el espíritu; esa quietud ese sosiego de que habla Fray Tomas de Kempis, cuando menciona que en  lugar apartado en total calma, podemos disfrutar de un buen libro, tomar una buena taza de café, té, mirar por la ventana el vuelo fácil de un ave, el agua que cae y se desliza por la venta y de manera furtiva huye por el suelo alejándose de manara vertiginosa, la caricia suave de la persona amada, o simplemente la esa sensación de vacio de paz interna de descanso espiritual, el alejarse del mundo con su ruido tan atroz.


El silencio es lo contrario del ruido es la ausencia de este, un espacio, un lapso pequeño o grande, voluntario o involuntario en el que el ruido deja de escucharse, pero no existe la quietud o silencio total, la ausencia de sonido total, el efecto que produce la ausencia de sonido externo nos permite escuchar una serie de sonidos que hemos dejado de percibir y de recapacitar en ellos, la quietud y el silencio nos permiten escuchar aquella parte de nuestro ser que poco conocemos y experimentamos el buscar y encontrar nuestro yo, en la paz y la quietud del podemos escuchar a nuestro yo interno esa vocecita a la que llamamos conciencia o dios y que en el silencio en la tranquilidad del alma y del espíritu nos permite reencontrarnos, este goce del silencio también se le llama reflexión etc., lo que nos permite encontrar respuestas a nuestra existencia.
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    agradezco a mi amigo José Antonio Galván Martínez, por las dos últimas fotos que se publican en este espacio ya que son de su autoría.

viernes, 13 de mayo de 2011

¿Qué es la vida?


Hace uno cuantos días que había dejado de escribir, como si de repente ese deseo por trasmitir ideas, vivencias a otras personas hubiese sufrido un estancamiento que pasó no lo se pero estoy de nueva cuenta aquí, comentado con quienes se toman el tiempo de pasar por este espacio, agradezco a todos aquellos que se asomaron a esta ventana de la vida y de la imaginación su interés; no pretendo ser filosofo ni poeta, sólo narrar las cosas cotidianas que suceden a nuestro alrededor y que en ocasiones no somos consientes de ellas pero suceden, ser narrador de esas pequeñas cosas que forman la vida, tu vida y la mía.


María de los Ángeles es una persona muy agradable de trato fácil, con mucha energía, de palabra fácil con una forma de ver la vida muy positiva; sobre todo, es una mujer que tiene muchas preguntas a las que aun no les ha podido dar respuesta, trabajadora de tiempo completo y estudiante de fin de semana.

Entre sus preguntas se encuentran, ¿Quién es dios? ¿Qué piensa dios de ella? Lo que ella piensa de él.

Su mayor ilusión adquirir conocimiento, luego  escribir un libro, como carece de una computadora, sus escritos los lleva de manera manual en un cuaderno. Comprende que su ciclo en su trabajo actual esta por concluir, que si busca el conocimiento tiene que buscar nuevos horizontes; sin embargo, no puede irse así sin tener algún otro empleo.
  
Coincidimos en una oficina pública, procedió el saludo, luego una caminata con una charla más o menos introductoria, sobre todas las cosas que tiene por hacer y que aun no ha podido emprender, al estar esperando el servicio público, me hizo una pregunta que al día de hoy aun le doy vueltas e incluso la he comentado con otros amigos.

-Le puedo hacer una pregunta

-Si dime

-¿Que es la vida?

A simple vista el cuestionamiento no parece nada complicado; no obstante, las dificultades vienen cuando nos detenemos a meditar por un momento para responder que es la vida.

-Considero que la vida es una serie de acciones en una línea de tiempo y espacio.

Seguramente, debió sorprenderse ante tal respuesta, yo mismo hoy que la medito me sorprende haber contestado de esa manera ¿Realmente eso es la vida? Es una respuesta, muy corta que se circunscribe a un momento de  tiempo y aun espacio físico.

En este línea de tiempo y espacio, el ser humano realiza una infinidad de acciones y en determinadas ocasiones debe tomar decisiones que son impostergables porque el tiempo apremia,  otras acciones que se dan en esta línea de tiempo, aunque afectan al ser humano, este nada puede hacer por evitarlas son ajenas a su voluntad, tal es el caso de los fenómenos naturales la lluvia, la salida del sol entre otros.

Quizás debería comenzar por definir  palabras como tiempo y espacio. El tiempo se utiliza para medir las horas del día, y la unidad de medida mínima es el segundo, de esta manera, hablamos de días, meses, años décadas, milenios, de tiempos idos y tiempos futuros, en ocasiones se oye decir:

 ¡Todo tiempo pasado fue mejor¡. ¡Que tiempo aquellos señor Don Simón!. ¡No hay nada nuevo bajo el sol!.

Seguramente habrá diversas definiciones de la palabra tiempo, en este caso se aplica a la duración de la vida humana que es el termino, durante el cual el individuo desarrolla toda una serie de actividades que en su conjunto llamamos vida.

Espacio: lugar, sitio, distancia, para efectos de nuestra definición podríamos señalar que es la parte (entorno) que ocupa nuestro cuerpo físico y por ende las actividades o acciones que en este se realizan.

Así que la vida de un ser humano puede durar unos meses, años, décadas y durante este tiempo cada uno de nosotros realiza una serie de acciones, ser niño, joven adulto, viejo, hijo, esposo, padre, amigo, maestro, entre otras; no obstante, en esta línea del tiempo no todo ser humano cumple con el ciclo de vida señalado. Algunos mueren niños o jóvenes; por lo tanto sus acciones en ese tiempo tan corto son mínimas en relación a quien concluye su vida en la etapa de de la vejez.

Es obvio que la vida no es una receta, un molde, cada persona lleva a cabo acciones distintas durante esta; en tal caso,  la vida se compone de infinidad de acciones que tal vez en algunos casos son similares, pero que son llevadas a cabo por distintas personas, en tal razón la óptica con que se hacen es distinta.

En este contexto, toda esta energía traducida en acciones, toma de decisiones, eventos naturales crea una sinergia, a la que llamamos vida.

Resulta sumamente complicado definir la vida, reducirla a su máxima expresión cuando esta rebasa todo limite, la vida ¡ay que vivirla!, de manera plena, sentir henchirse el pecho con los pulmones llenos de oxigeno aspirado por la mañana, en la montaña o en la playa, sentir la ternura del niño, el olor de la rosa, el olor a tierra mojada después de la lluvia, el canto del ave o del grillo, estrechar la mano franca y sincera de un amigo, sentir la pasión desbordante por la mujer amada, sentirse útil al ayudar a cruzar la calle a un invidente o alguien de la tercera edad, disfrutar de la brisa  en nuestra cara sabiendo que antecede a la lluvia, tantos y tanto pequeños detalles que forman la vida.

Cada vez que me cruzo con María de los Ángeles, me recuerda esta definición de la vida y me llena de energía sus ganas de vivir, de aprender, de conocer.


Sus ganas de vivir son inmensas tanto que contagia, irradia ese deseo de perdurar, de hacer.
¡Viva la vida! y quienes se atreven a vivirla.