domingo, 23 de diciembre de 2012

Psicosis


“Todo fluye y refluye: todo tiene sus períodos de avance y retroceso; todo asciende y desciende; todo se mueve como sí fuera un péndulo; la medida de su movimiento hacia la derecha, es la misma que la de su movimiento hacia la izquierda, el ritmo es el equilibrio.”
El Kibaliòn  


     Revisando las entradas que tengo durante este año que está por acabar en este blog, me doy cuenta que mi aportación fue poca, creo que eso se debe a los altibajos propios de la vida y que todo ser humano registra de forma diversa; no obstante, la inspiración no dejó de asistir a mi vida, en mi memoria u ordenador tengo una buena cantidad de borradores, ideas incompletas, inacabadas, pero bueno, eso también me sirve de reflexión, porque me permite ver el proceso de la inspiración, la forma caprichosa en que las ideas llegan a nuestra mente algunas de manera clara, nítida, otras no tanto y algunas definitivamente sólo son  meras sobras de la imaginación, sin embargo, tarde que temprano llegan, presurosas o lentas pero se hacen presentes, no se si sean oportunas o hayan dejado de serlo, pero el proceso culmina.
     La presente entrada estaba por allí guardada y no quiero que se quede como tal, es necesario que salga a la luz para que refleje un momento, un instante un etapa de lo que he de narrar o contar, lo cual considero que aun prevalece en una menor escala, pero el problema allí se encuentra aun no se va del todo y quiero que eso me sirva de pretexto para que de manera rápida señale algunas otras situaciones que hoy en día están sucediendo y no es que nadie las haya destacado, lo que sucede es que no quiero perder la oportunidad de aportar mi visión y dejar que otros lo hagan, lo cual por cierto, no me parece mal. Dicho lo anterior.
     Doce de la noche, hora mágica, noche nublada, fría, el agua comienza a caer, resbala por mi chamarra, me siento agotado, con sueño; salvo por cuatro personas que comen tacos en el puesto de la esquina la calle está completamente sola, abandonada, mi compañero y yo miramos para ambos lados de la calle Arteaga y flores bello y no aparece ningún taxi, que sucede le comento a mi amigo, esto esta desolado, no miramos personas caminar y taxis mucho menos, a donde se fueron. Las luces de los postes y las calles solitarias las hacen ver completamente largas infinitas, sólo corren dos líneas paralelas y se pierden en la inmensidad.
     Tenia bastante tiempo de no caminar de noche por las calles de Xalapa y tal parece que no es el momento más idóneo para hacerlo; sobre todo a raíz de los acontecimientos del fin de semana donde apareció una flotilla de taxis quemados en esta ciudad, lo cual se refleja en la ausencia de este servicio publico, parece mentira que de siete mil autos que prestan servicio de transporte en la ciudad  después de veinte minutos de esperar uno no  encuentra este tipo de servicio, sin embargo, si miramos las cosas en su justa dimensión creo que todo ello se explica por si solo.
     Ante tal circunstancia le pregunté a mi compañero si caminábamos en busca de un taxi hacia Xalapeños Ilustres o hacia veinte de noviembre, finalmente nos decidimos por esta ultima en razón de ser un avenida y no, nos equivocamos en cuanto desembocamos a esta vía de comunicación vimos venir dos taxis le hicimos la parada uno y enseguida se detuvo al abordarlo le comenté la situación al chofer, respondiéndome que conmigo ya eran tres personas que le hacían ese observación y que bueno tenían que tomar una serie de pequeñas medidas de seguridad.
    Lo anterior me lleva a reflexionar sobre lo que está sucediendo en esta ciudad tan pacifica, una ciudad con sabor a provincia, lo que vemos hoy, donde los ciudadanos se vuelven rehenes de las circunstancias y cada vez más nos quedamos en casa encerrados, sin arriesgarnos demasiado, celebrando en casa con la familia y los amigos. Quizás de alguna forma viendo el lado positivo es que esto nos reúne como familia, lo que hoy en día ya sucede poco. La parte negativa, es que vamos cediendo terreno y cada día abandonamos unos metros más  de la plaza.
     Que esta sucediendo con nuestra sociedad, el hombre se ha vuelto el peor depredador del hombre, las preguntas serian ¿Como es que llegamos a esta situación? ¿Que fue lo que nos orilló a ello? ¿En que momento la sociedad perdió el rumbo? ¿Cuando las instituciones encargadas de trasmitir valores perdieron esa autoridad moral para hacerlo? Hoy vemos corrupción en todos lados, instituciones desacreditadas por doquier, una sociedad desorientada, perdida, sin rumbo. ¿Que hacer? ¿Volver al origen? ¡¡Y cual es este¡¡ Quisiera retomar una frase de un gran libera que hoy creo tiene aplicación  Entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”. 
     También nos hace falta tolerancia, humildad, honestidad, responsabilidad, entre otros valores que caracterizan al ser humano, en estos momentos atravesamos la parte más obscura de la humanidad, debemos dejar que surja la luz de nuestro interior la parte mas bella y sensible del ser humano, estos momentos tan aciagos tienen que pasar es una etapa más en la evolución del ser humano, digo si es que a esto se le puede llamar evolución, bien diría que esta es en periodo involutivo, las grandes civilizaciones han padecido excesos en su actuar, esto los ha llevado a la debacle como tal, en situaciones como estas en que la sociedad es muy vulnerable, no faltaran las tentaciones del poder de tener a una población sumisa, dominada por el pánico y la psicosis de ver amenazado el mayor valor que es la vida y la libertad, es curioso que la peor amenaza del hombre es el nombre mismo, no sólo con acciones tan violentas donde el ser humano se degrada a su parte más irracional y brutal cometiendo acciones tan atroces y que además se exhiban, la parte obscura del ser humano requiere notoriedad de allí que actos tan deleznables tengan que ser exhibidos como una manera de infundir miedo, terror pánico, pero también como la exhibición de la ley del más fuerte, otro ejemplo de la amenaza que es el hombre para el hombre lo es el cambio climático que pone en riesgo además de nuestras vidas, la existencia misma del ser humano como otra especie de este planeta, aclaro lo de  planeta porque la tierra esta preparada para continuar su trayectoria en el tiempo con o sin humanos.
     Somos unos engreídos al pensar que al desaparecer el ser humano, se desvanecerá todo el universo, que ironía este existía mucho antes que nosotros y seguramente lo seguirá haciendo creando nuevas formas de vida, obviamente después de que pasen miles de años y la tierra se haya restablecido.
     Finalmente volviendo al término de psicosis en este caso la psicosis social, se refiere al miedo del individuo de salir a la calle y sufrir algún tipo de agresión o percance debido a la violencia generalizada que se vive en el país y que hoy ha llegado a esta ciudad, psicosis que se vuelve una situación de salud pública.
     Hablando de salud pública, Xalapa, tiene otra serie de problemas, por ejemplo: la vialidad, el tránsito de automóviles es un problema serio, grave que hasta donde vemos no existe la voluntad política de resolverlo, no se miran  acciones directas que para darle salida al problema; la escasez en el suministro del agua potable, lo que de alguna forma y de manera intrínseca tiene que ver con otro problema que de manera directa afecta a la ciudad la deforestación. Xalapa en lugar de invertir en la reforestación de la alta mediana y baja montaña para producir agua, cada día adopta el papel del D.F., esto es secuestrar el agua de los municipios cercanos, lo cual muy seguramente va a ocasionar un conflicto social; la disposición de la basura; el manejo de las aguas residuales; las obras que en esta ciudad capital no se llevaron acabo y que hoy  se pretenden realizar ocasionando problemas ambientales de una gran magnitud.     




El Silencio


“He buscado en todas partes el sosiego, y no lo he encontrado sino sentado en rincón apartado con un libro en las manos”. Fray Tomas de Kempis.



     En este mundo tan caótico, tan ruidoso, el silencio pareciera ser que no tiene espacio, aunque con este ritmo de vida el silencio le viene bien al alma y al espíritu, un momento de silencio es acallar nuestro mundo externo para darle paso al mundo interior, para darle voz a nuestro yo interno.
     El ser humano vive de manera agitada, lleva una vida muy convulsa. Pesadas horas en la escuela, el trabajo, las jornadas laborales se extienden a más de ocho horas, es muy común escuchar: “se a que hora entro pero no a que hora salgo”, a esto hay que agregarle el tiempo que se pierde en las redes sociales (no satanizo este medio de comunicación).
     Este ritmo de vida lleva al ser humano a perder su equilibrio emocional, derivando de ello encontramos al estrés y la ansiedad,  lo cual obviamente desencadena en otra serie de enfermedades.
     La inestabilidad emocional se debe entre otras cosas a esa vida tan agitada que llevamos, llegamos incluso a sentirnos culpables por llegar a casa y no haber terminado el trabajo; muchas dependencias trabajan con cargas de trabajo y resulta que cuando estamos recostados en casa con la cabeza en la almohada comenzamos a pensar en que no terminamos tal o cual cosa o que debimos haberla hecho de manera diferente.
     En algunas oficinas publicas o privadas, mientras la mayoría de los empleados han salido de prisa para sus casas, resulta que vemos a una persona en su escritorio trabajando afanosamente como si el día laboral estuviera comenzando, cuando se le cuestiona el porque se queda a trabajar cuando todos ya se han ido escuchamos lo siguiente:  “Bueno es que tengo que adelantar en este trabajo y lo quieren para  mañana”. ¡¡Y la solidaridad de los compañeros de trabajo¡¡.
     Existe otra frase que justifica el mantenerse ocupado “Quien quiera progresar debe ser el primero en llegar y el ultimo en irse” Obviamente esta frase se refiere al mundo laboral, pero ello no es más que un reflejo sintomático del como el ser humano justifica la falta de tiempo que se dedica a si mismo y no me refiero con esto a la recreación o al descanso, si no específicamente a la introspección. Si la frase fuera cierta bastaría con llegar y checar y esperar a que todos se fueran.
     Los cursos de inducción que se dan en las respectivas aéreas de trabajo, llevan consigo una buena carga motivacional para cumplir con nuestras metas; sin embargo, estas se cumplen y siempre hacen falta más; de tal suerte; que poco a poco, comenzamos a esclavizarnos en nuestra área laboral a quedarnos más tiempo pensando en avanzar en abatir la carga de trabajo, incluso en ocasiones entramos antes de que inicie formalmente nuestra jornada.
     Lo que llama la atención es que sin que nadie nos lo pida o nos obligue adoptamos esa actitud, lo cual consideramos es la adecuada y tal vez ello nos permita alcanzar el éxito profesional que buscamos, lograr el reconocimiento de nuestros jefes y de nuestros compañeros, pero sobre todo, tener un mejor nivel de vida, lo cual equivale a la obtención de una serie de satisfactores personales que van desde la adquisición de una casa, coche ropa etc.
     De esa manera lenta pero constante, comenzamos a permanecer más tiempo en nuestra área laboral, ahora no basta los días de trabajo, sin que nadie nos lo pida nos comenzamos a quedar primero un sábado, luego otro, así sucesivamente hasta que esta actitud se extiende a los días domingos. Incluso es posible ver a algunos empleados que a fin de cumplir con la carga de trabajo o estar al corriente con la misma, salen los viernes con una buena carga de expedientes bajo el brazo ello para trabajar en la comodidad de sus casas.
     Mientras la vida agitada se reproduce por doquier, el ser humano se pierde en este mundo de caos, no permitimos escuchar al silencio, esa calma que experimenta el alma y el espíritu; esa quietud ese sosiego de que habla Fray Tomas de Kempis, cuando menciona que en  lugar apartado en total calma, podemos disfrutar de un buen libro, tomar una buena taza de café, de té, mirar por la ventana el vuelo fácil de un ave, el agua que cae y se desliza por la venta y de manera furtiva huye por el suelo alejándose de manara vertiginosa, la caricia suave de la persona amada, o simplemente la esa sensación de vacio de paz interna de descanso espiritual, el alejarse del mundo con su ruido tan atroz.
     El silencio es lo contrario del ruido es la ausencia de este, un espacio, un lapso pequeño o grande, voluntario o involuntario en el que el ruido deja de escucharse, pero no existe la quietud o silencio total, la ausencia de sonido total, el efecto que produce la ausencia de sonido externo nos permite escuchar una serie de sonidos que hemos dejado de percibir y de recapacitar en ellos, la quietud y el silencio nos permiten escuchar aquella parte de nuestro ser que poco conocemos y experimentamos el buscar y encontrar nuestro yo, en la paz y la quietud del podemos escuchar a nuestro yo interno esa vocecita a la que llamamos conciencia o dios y que en el silencio en la tranquilidad del alma y del espíritu nos permite reencontrarnos, este goce del silencio también se le llama reflexión entre otras, lo que nos permite encontrar respuestas a nuestra existencia.
    La paradoja de nuestros tiempos es que vivimos en un mundo agitado, convulso, falto de valores, la mercantilización, lo materialidad, se imponen (cuanto posees cuanto vales). El dinero el acumulamiento de este metal marca el rumbo de la vida, para ello se sacrifica todo y todos, el dios es el dinero, con el se compran cosas materiales, se acallan conciencias, se compran personas, placeres. Mientras el mundo espiritual cada momento se recluye a unos cuantos, el espíritu, la mente consciente, el alma se subyugan a los sentidos.
   
  Hace falta un poco de silencio  en nuestras vidas.